Construir la paz

domingo 3º de resurrección

Evangelio: Lc 24, 35-48:

“Los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.  Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. .. Y les dijo: “Vosotros sois testigos de esto”

Para meditar:

1. Los relatos evangélicos sobre las apariciones del Resucitado no son crónicas, sino más bien catequesis para transmitir la fe que vive la primera comunidad cristiana. Esa fe se manifiesta como  experiencia de paz y alegría porque en la resurrección de Jesucristo  la muerte ha sido vencida por el amor. Fue la experiencia que vivieron los primeros cristianos:  Mª Magdalena, Pedro, Juan… No vieron al Resucitado con los ojos de la cara, sino con los ojos de la fe y experimentaron alegría, paz, confianza. Y esa misma fe participamos hoy los cristianos si respiramos, paz y confianza en medio de tantos conflictos y guerras que nos toca sufrir.          

2. El Resucitado no es un fantasma “que no tiene y hueso como veis que yo tengo” . Es el mismo Jesús que recorrió las aldeas de Galilea proclamando el Evangelio, que muchas veces se sentó con sus discípulos para comer los peces recién sacados del lago. Pero es un cuerpo transformado porque irrumpe estando las puertas cerradas. No individualista sino comunitario, abierto a la comunicación con todos.

 3. “ Seréis mis testigos”. El Resucitado no pide a sus discípulos que vayan por el mundo siendo testigos de la resurrección. ¿Cómo?  “Re-creando” en vuestra nuestra conducta el espíritu o estilo de Jesús: curaba enfermos, perdonaba, defendía la dignidad de todas las personas, compartía con los pobres y excluidos social o religiosamente, mientras lamentaba y denunciaba la codicia y arrogancia de los que pretendían ser más y dominar a los otros. Cuando actuamos así ya estamos derribando muros de separación, construimos la paz. Somos testigos creíbles del Dios de la vida que vence a la muerte.

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