Comentario a las lecturas del 4to domingo de Pascua "B" La vida que el pastor arriesga por el bien de su pueblo

El buen pastor
El buen pastor Greg Rosenke

Pedro justifica su actitud destacando el contraste entre el obrar de las autoridades y el obrar de Dios ante Jesús. Al resucitar a su Hijo, Dios lo hace causa de salvación siempre eficaz para nosotros.

El inmenso amor de Dios por los suyos los engendra como hijos, y son ya ahora en el presente una realidad que – además – será más plena en la manifestación futura. Algo incomprensible para quienes no sean “hijos de Dios” sino que sean “del mundo” y por tanto sean incapaces de “conocer” y – por tanto – de vivir la justicia y la santidad como Jesús.

El pastor es inseparable de las ovejas, y lo es en función de la vida. Las ovejas reciben “vida” porque el pastor la “arriesga”. Hay quienes quieren “robarle” sus ovejas a Dios, pero el pastor bueno no permite que el lobo las disperse, sino que busca que haya un solo rebaño.

La vida que el pastor arriesga por el bien de su pueblo

domingo 4º de Pascua – “B”

Eduardo de la Serna

Lectura de los Hechos de los Apóstoles     4, 8-12

Resumen: Pedro justifica su actitud destacando el contraste entre el obrar de las autoridades y el obrar de Dios ante Jesús. Al resucitar a su Hijo, Dios lo hace causa de salvación siempre eficaz para nosotros.

El libro de los Hechos está lleno de discursos, y la liturgia de hoy nos presenta uno de entre ellos. Este se encuentra armado a modo de escena y diálogo. Después de curar un paralítico de nacimiento, Pedro y Juan son llevados ante las autoridades para ser interrogados. El motivo de la captura tiene que ver con la creencia en la resurrección (4,2); es sabido que los saduceos no creen en esto y que hablar de Jesús resucitado es el punto de partida de la predicación de los discípulos (3,26). El hecho de la curación es la excusa, la pregunta que les harán es “con qué poder o en nombre de quién” lo han hecho, aunque ya sabemos que es la fe en el nombre de Jesús la que lo ha obrado (3,16; ver 3,6). Con la respuesta de Pedro a esa pregunta comienza el texto de la liturgia. Al terminar el discurso, finaliza el párrafo, aunque la escena continúa con toda la estructura de una sentencia judicial. Comenzó por el interrogatorio (4,1-7), defensa (el texto litúrgico, 4,8-12), deliberación (4,13-17) y sentencia (4,18-22).

El discurso, entonces, tiene como objetivo explicar y dar respuesta a ese interrogatorio. En los vv.8-9 Pedro presenta el punto de partida, aquello que le fue preguntado. En los vv.10-12 está en tema cristológico, esto ocurrió “en nombre de Jesús”, y presenta el dato kerigmático del contraste entre el obrar del pueblo y Jesús y – por otro lado – el obrar de Dios ante Jesús, es decir su muerte y resurrección. Ciertamente de este modo Pedro da respuesta al interrogatorio: la curación realizada es indiscutible por lo que la sentencia será prohibirles hablar en el nombre de Jesús, pero esto está fuera del texto litúrgico.

Mirando en detalle algunos elementos, lo principal es destacar que Pedro, que más adelante es presentado como “sin instrucción ni cultura”, va a hablar movido por el Espíritu Santo. Es sabido que el gran protagonista de todo el libro es el Espíritu (x42) hasta el punto que algunos han sugerido que más que llamarlo “Hechos de los Apóstoles” habría que llamarlo “Hechos del Espíritu Santo”. El Espíritu, con forma y ruido, desciende sobre Jesús antes de iniciar su misión, el Espíritu (Lc 3,21-22), con forma y ruido, desciende sobre la Iglesia antes de comenzar su misión (Hch 2,2-4). El espíritu marca el camino de Jesús (Hch 10,38) en el cumplimiento de las escrituras (Lc 4,18.21), y marca el camino de la Iglesia en el cumplimiento de las escrituras (Hch 2,16-17). Y esta misión de la Iglesia está marcada por la presencia del Espíritu en los grandes momentos o personajes: Pedro (4,8), los presentes (4,31; 8,17; 10,44), Esteban (6,5; 7,55), Pablo (9,17; 13,9), las iglesias (9,31), Bernabé (10,23), los presbíteros (20,28), y envía a predicar en misión (13,2.4; 16,6), desciende sobre los evangelizados (13,52; 19,6), y los paganos en general (15,8).

El tema central de la unidad está en “el nombre de Jesús”. Es sabido que “el nombre” designa a la persona misma, es su nombre el que es invocado sobre alguien (como ya en los exorcismos, Lc 9,49; Hch 16,18). Ya se repetía con frecuencia que “el que invoque el nombre del Señor (= Jesús) se salvará” (2,21; Rm 10,9-13 = Jl 3,5; cf. Hch 4,12; 10,43), y los que se incorporan a la comunidad lo hacen luego del “bautismo en el nombre de Jesús” (2,38; 8,12.16; 19,5; 22,16) la predicación de los discípulos es “en el nombre de Jesús” (4,18.30; 5,41; 9,14.15.16.21.27.28.33.36; 15,14.17.26; 19,17; 21,13; 26,9).

Ciertas lecturas antisemitas insistieron en el “ustedes lo mataron” sacando los discursos de contexto, y – en este caso – no teniendo en cuenta quiénes son estos “ustedes”: los “magistrados del pueblo y ancianos” (v.8; en Lc 24,20 dice: “nuestros sumos sacerdotes y magistrados lo mataron”). Los “magistrados” (árjôn) aparecen en torno a Jesús en su ministerio, pero en el contexto de la Pasión “los sumos sacerdotes, magistrados y el pueblo” son convocados por Pilato (Lc 23,13) aunque luego, mientras el pueblo mira al crucificado, los “magistrados se burlaban de él” (23,35). Pedro afirmará ante el pueblo que “obraron por ignorancia” (Hch 3,17). El contraste está dado entre la actitud de estos jefes y ancianos, por un lado, que matan a Jesús, y el obrar de Dios por el otro, dando vida: “Dios lo resucitó de entre los muertos” (v.10). Es el obrar “en el nombre” de Jesús con el que el que había estado paralítico y mendigo se presenta ahora. Señalemos simplemente que Jesús es llamado “Nazoreo”, no Nazareno. Éste último es propio de Marcos y los textos que dependen de él, Lucas, en cambio, en los textos que le son propios, prefiere Nazoreo sin razón que nos resulte evidente.

Señalada esta doble actitud frente a Jesús, el texto recurre a una cita del Sal 118,22 que parece haber sido utilizada con frecuencia en la discusión para explicar el rechazo de las autoridades a Jesús, y la exaltación de Dios (Mc 12,10-11; 1 Pe 2,7). Los arquitectos que han rechazado la piedra son – ciertamente – las autoridades de Israel (cf. Mc 12,1-12: “la parábola la había dicho “por ellos”, v.12, cf. 11,27). El paso a “piedra principal” (sea esto lo que signifique, si fundamental o de ángulo) ciertamente alude a la exaltación de parte de Dios. La escritura ilustra esta doble responsabilidad de Dios y de las autoridades ante Jesús. 

Con una nueva referencia a Joel 3,15, que fue citado recientemente (2,21), se reitera que la salvación llega a todos por la obra de Jesús en nosotros. 

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     3, 1-2

Resumen: el inmenso amor de Dios por los suyos los engendra como hijos, y son ya ahora en el presente una realidad que – además – será más plena en la manifestación futura. Algo incomprensible para quienes no sean “hijos de Dios” sino que sean “del mundo” y por tanto sean incapaces de “conocer” y – por tanto – de vivir la justicia y la santidad como Jesús.

Ya hemos hecho referencia la semana pasada al sentido conflictivo intra-comunitario que tiene la carta. Con un pequeño paréntesis sobre el ser y obrar como “hijos de Dios” Juan introduce una nueva unidad en la carta (paréntesis que parece introducido por los vv. 2,28-29 que son conclusión de lo anterior y nuevo comienzo). Luego de este paréntesis, desarrollará las características que tiene la vida cristiana (ser de la justicia y enfrentar el pecado [3,3-10], ser del amor y la vida, enfrentar los asesinos [3,11-24], ser de Dios, no del mundo [4,1-6]). 

Hay muchos elementos que hemos visto la semana anterior (amor, conocimiento [es importante recordar que este conocimiento no se refiere a algo “racional”, como el que proponen los espiritualistas que “conocen a Dios”, sino una experiencia e intimidad profunda]), pero hay elementos nuevos que merecen ser mirados:

El versículo introductorio (2,29) establece una estrecha relación entre Dios, que es justo, y el cristiano que debe “obrar la justicia”. Sin duda que el tema es claramente conflictivo con los grupos que proponen un espiritualismo que los aísla del hermano/a. Obrar la “justicia” (entendida en sentido semita, como “vivir plenamente acorde a la voluntad de Dios”) no es habitual en los “espiritualistas que sólo pretenden mirarse en su relación personal (individual) con Dios. En ese sentido, en Juan, no parece distinto “obrar la justicia” que vivir “el amor”. Pero lo importante, además, es que ese tal “ha nacido de él” (si bien se dice que “Jesús es justo” [1,9; 2,1; 3,7], en este caso parece decirse de Dios). De allí que dedique, el autor, los siguientes dos versículos a desarrollar esta generación divina. Esto supone no un mero “título” sino una “generación”, una trasformación de las personas. Sin duda esto empieza a insinuar la confrontación que se desarrollará en los versículos que siguen ya que hay otros “hijos”, del diablo (3,8), de Caín (3,12), del anticristo (4,3), del mundo (4,5). La filiación se reconocerá en el obrar, pero no lo sabrán “conocer” los que son “del mundo”. Como se ve, el autor se mueve ante tipos contrapuestos (el mismo Caín es tipo del homicidio) que supone dos modos de ser y – por tanto – de obrar, la justicia o el pecado.

Es interesante que, ante la nueva dimensión existencial, el texto habla del aspecto presente (lo que somos, 3,1b-2a) y lo que seremos (3,2b-c). El presente y el futuro. Pero esto es obrado – en el presente – por Dios en los hijos al “engendrarlos” (2,29), y tiene consecuencias: no son “del mundo” que es el ambiente que rechaza a Jesús (no debe entenderse en sentido platónico ni –menos aun en 1 Jn – espiritualista como “ciudadanos del cielo”; ver Jn 15,18-19; 17,14-16). Los “hijos” deben llevar una vida justa como la de Cristo (Jn 13,15.34; 15,12; 17,17-19), y tienen la esperanza puesta en el futuro (Jn 5,28-29; 17,24).

El tema del “futuro” no es un tema muy frecuente en Juan como es sabido. Sin embargo, no es ajeno a un tema importante en el cristianismo desde los orígenes, como es la venida futura de Jesús (aparentemente a eso se refiere el futuro: “aún no se ha manifestado”, “cuando se manifieste”). Quien “conoce” a Dios es asemejado a él, “engendrado”; y en la tradición joánica, esta experiencia es mediada por Jesús: él poseyó el nombre divino y la igualdad con Dios (Jn 17,11-12); compartió este nombre con los discípulos (17,6.26), y estos han participado del destino de Jesús a manos del mundo (15,21) y contemplarán su gloria (17,24).

Cuando dice "Miren qué amor nos ha tenido el Padre», debemos pensar en Jesús, la fuente de la filiación, el amor encarnado de Dios dado por nosotros. El mundo es incapaz de conocer a Dios y a su enviado, por tanto, incapaz de conocer a sus hijos, que se asemejan a él. En el retorno de Jesús, cuando los hijos engendrados vean a Dios como es, la semejanza será aún mayor. La santidad / justicia es nuestra mejor preparación para ser semejantes a Dios y para verlo / conocerlo.

+ Evangelio según san Juan     10, 11-18

Resumen: el pastor es inseparable de las ovejas, y lo es en función de la vida. Las ovejas reciben “vida” porque el pastor la “arriesga”. Hay quienes quieren “robarle” sus ovejas a Dios, pero el pastor bueno no permite que el lobo las disperse, sino que busca que haya un solo rebaño.

El 4º domingo de Pascua es conocido como el domingo del “buen pastor”, y la liturgia destaca ese aspecto de Jesús. Pero miremos brevemente el texto en su contexto: si miramos los personajes, o el desarrollo del tiempo, el texto parece venir desde muy atrás. En 8,12 se habla de “otra vez” y los que le responden (v.13) son los fariseos. Luego de esto no tenemos cambios de escena. Por tanto no parece que haya que separarla demasiado de la anterior, es decir, el relato de la curación del ciego (Jn 9). Si se ve 10,1 el texto no tiene inicio ni introducción, por lo que debe verse como continuación de lo antecedente. Es importante que no hay ningún corte entre el capítulo 9 y el 10, por lo cual podemos suponer que el contexto es el mismo. Es decir, Jesús desarrolla su discurso del pastor en el mismo contexto del relato del ciego. Y decir en el mismo contexto es decir en el mismo auditorio. En este caso, en el que ya está presentado, en Jn 8, 41, donde dice: "ellos le dijeron..." y se refiere – como decimos – a los fariseos. Por otro lado, en Jn 10,21, se vuelve a hacer referencia a la curación del ciego: "¿acaso un endemoniado puede abrir los ojos a un ciego de nacimiento?

Para nuestra mentalidad pareciera que el cambio entre el ciego y el pastor es demasiado abrupto y debemos pensar en otro contexto. Sin embargo, que cambie la imagen no quiere decir que cambie de tema. Veamos, por ejemplo, dos textos. Uno muy antiguo, de la Mesopotamia. Es un himno al dios sol, Shamash donde dice: 

Oh! Iluminador de la tierra. ¡Oh! Juez de los cielos, que iluminas las tinieblas. Pastor de lo alto y lo bajo, tú apacientas a todos los seres dotados de aliento. Tú eres su pastor en lo alto y lo bajo. Pastor del mundo de abajo. Pastor allá en lo alto. Director y luz del universo. Tú sólo, ¡oh! Shamash."

Como se ve, en este himno a Shamash, están unidas la imagen de la luz y la imagen del pastor en un mismo texto. Otro texto, ya más cercano y judío, es del apócrifo de Henoc, donde en varias partes aparecen unidas las imágenes; veamos una:

"Pero las ovejas cruzaron el agua y salieron al desierto, donde no hay agua ni hierba, y empezaron a abrir los ojos y ver. Vi que el dueño de las ovejas las apacentaba, y daba agua y hierbas y aquella oveja iba guiándolas".

Nuevamente se unen las dos imágenes en un mismo contexto. La imagen de la luz, de los ojos, y la imagen del pastor.

Si miramos más en detalle ahora, el capítulo 10 notaremos en los versículos 1 al 5, una o dos “parábolas” con una explicación, una conclusión en el versículo 6; y después de 7 a 10, toma la imagen de la puerta; de 11 a 18, toma la imagen del pastor; y de 19 a 21, una conclusión. Es decir, tenemos dos parábolas; una al principio, acentuando el tema de la puerta; la segunda, el tema del pastor; y después la explicación de esas dos parábolas. Por otro lado, toda la primera parte, las aparentes parábolas, están en un tono impersonal: "El pastor" hace esto, por ejemplo; la puerta del redil; el ladrón; el salteador; se le abre la puerta; saca las ovejas; las ovejas le siguen; etc. Todo en impersonal. Recién a partir del versículo 7, Jesús va a empezar a hablar de "Yo". "Yo soy la puerta", "Yo soy el pastor". Así podemos notar la unidad literaria para la que 10,1-6 es una introducción con dos imágenes y 10,7-10 y 10,11-18 el desarrollo de cada una de ellas aplicado a la persona de Jesús.

Por eso lo ideal es más que “parábola” llamarlo "marco simbólico" del discurso que va a venir después. En este caso, la palabra paroimía (v.6) convendría traducirla entonces por marco simbólico. Este marco simbólico tiene un detalle particular. Empieza y termina con una referencia a adversarios. Empieza con: "El que no entra por la puerta es un ladrón y un salteador" (v.1), y termina diciendo: "No conocen la voz de los extraños" (v.5). Es decir, hay una referencia a unos personajes negativos de los cuales tendremos que intentar decir algo más adelante. En el centro está la imagen del pastor, que es la clave de la revelación, por su relación con las ovejas. No es una referencia al pastor solo, sino al pastor con las ovejas.

En la primera parte del capítulo (10,1-3), tenemos la parábola de la puerta. Hay una referencia al portero, pero la clave no es el portero, sino la puerta en sí, y la puerta que no utilizan los que son ladrones y bandidos. El tema es que, el término bandidos se había aplicado a los sacerdotes en algunos textos del evangelio: "Han hecho de la Casa de mi Padre una cueva de bandidos", dice Jesús en la purificación del templo en Mc 11,17. Quizás esa doble referencia, ladrones y bandidos, recuerde a fariseos y sacerdotes. El contexto de la fiesta de la Dedicación (Jn 10,22), donde Judas Macabeo, dedica el templo ante los sacerdotes que habían sido traidores del pueblo, invita a sospechar que puede haber una referencia anti-sacerdotal. 

La segunda parte, en cambio (10,3-5) hace referencia al pastor. Es interesante que el pastor es quien conduce a los pastos. Acá es oportuno tener en cuenta una imagen de Josué, en Números 27,16: Dios le dice a Josué: "Designa a un hombre de la congregación – en griego dice sinagogé – que los conducirá, pues la congregación del Señor no puede ser como ovejas sin pastor". Esta imagen ha sido utilizada más de una vez, por ejemplo, Mc 6,34, aplicada a Jesús (= Josué). 

El acento está puesto en la relación entre Jesús y los seguidores, es decir, las ovejas. Y se destaca que el pastor a cada oveja la llama por su nombre. Otra referencia al segundo Isaías: "Te llamé por tu nombre, tú eres mío" (Is 43,1). Lo que se destaca de este pastor, en su relación con las ovejas, es que las ovejas conocen – término importantísimo, como se sabe – y conocen su voz. La voz del hijo del hombre es la voz que hace levantar a los muertos, por ejemplo, a Lázaro; cf Jn 5,25: "Les aseguro en que se acerca la hora y ya ha llegado en que los muertos oirán la voz del hijo de Dios y los oigan vivirán". “Oír” es el término phoneo; “voz” es phoné. Lo que se dice es que el pastor va delante; el término es poreuostai que es el término que se utiliza en el éxodo, por ej. Dt 1,30. Refiere al éxodo, donde Dios va delante de su pueblo; y está presentando la misión de Jesús como un nuevo Éxodo. En Juan se está haciendo referencia al caminar de Jesús hacia el Padre, con lo cual le da una perspectiva escatológica a toda esta parte. Sobre todo, porque esto está en contexto con el término salir, que también es un término frecuente en el éxodo, por ej. Éx 3,10. Es un liberar de la esclavitud.

Ahora, tenemos un pequeño problema: el "salir"; y se dice: salir del corral, pero el término que se utiliza para hablar del corral es el término aulé; lo interesante es que el término aulé aparece 177 veces en el Antiguo Testamento, y nunca para hablar de un corral. Pero sí aparece 115 veces para hablar del atrio del templo. Es decir, el aulé es un lugar cerrado, pero no se lo utiliza nunca para hablar de un corral, sino para hablar del atrio del templo. Es más, el mismo Juan lo utiliza para hablar del atrio del templo en 18,15, donde habla del patio del sumo sacerdote. Teniendo en cuenta que el contexto es el del pastor que reúne, etc., entonces se está insinuando la reunión de Israel en torno a Jesús. El nuevo Éxodo.

El Salmo 99 de la Biblia griega (Salmo 100 de la hebrea) dice: 

"Reconozcan que el Señor es Dios. Él nos hizo. A Él pertenecemos. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Entren por sus puertas, dando gracias. Entren en sus atrios – aulé – con himnos de alabanzas". (Sal 99,3).

Un dato a tener en cuenta es que el término hacer salir, ekballein, es el mismo término que en la curación del ciego de nacimiento se había usado para decir que los fariseos excomulgaban a aquel que reconociera que Jesús era el Mesías. Ahora Jesús dice que él hace salir a las ovejas – antes los hacían salir de la sinagoga – del redil. Frente a esto lo interesante es que, como es frecuente en Juan, todo esto termina en una no-comprensión. No comprenden. Y entonces, frente a ese no-comprender empieza el discurso revelador (“yo soy…”). Otra vez con el doble "en verdad, en verdad" pero ahora en primera persona, con el "yo soy". Tenemos entonces dos "yo soy la puerta", y dos "yo soy el pastor". 

Es una puerta que conduce a los pastos, y la palabra "pastos" está haciendo referencia a la vida en plenitud. Vida y vida en abundancia (10,10). Y acá empezamos a sospechar si la palabra pastos (v.9) hace referencia a la vida. En Jn 7,44, ya se nos había dicho – en el discurso dentro de la misma fiesta de los Tabernáculos – que el diablo es asesino. Es más, el ladrón viene a destruir, mientras que Jesús vino para que tengan vida (10,10). Y la palabra Vida en Juan, es vida eterna [para ser precisos, como veremos, en Jn hay dos términos para decir vida: “zôê” y “psyjê”, y mientras el primero es siempre vida eterna, vida divina, el segundo es vida humana, vida que se puede perder, ¡y arriesgar!]. Y acá tenemos un nuevo elemento a tener en cuenta. Jn 1-12 es llamado habitualmente el libro de los signos, la vida – vital, humana – es signo de la otra vida, divina. El signo de Lázaro es un buen ejemplo de esto (Jn 11). Lo de Lázaro es un signo de la vida plena que recibe Marta, o mejor, como ella, el creyente... Con palabras que no son "joánicas" podríamos decir que la vida humana es "sacramento" de otra vida mayor, de otra vida abundante. 

Por esto es razonable pensar que "el que viene antes que yo" (v.8), el ladrón, el asesino, en realidad es una personificación de todo adversario, las “tinieblas”. Por otra parte es bueno tener en cuenta que se dice "yo soy la puerta de las ovejas" (v.7), – algunos manuscritos dicen “el pastor de las ovejas” –, es decir la puerta por donde pasan las ovejas, no por donde se va hacia las ovejas. Es bueno notarlo ya que, en nuestra historia tan poco ecuménica, más de una vez hubo problemas muy serios, y peleas, contra los "herejes", porque había que hacer entrar, aunque sea por la fuerza, al rebaño donde están las ovejas. Por eso no es la puerta del corral, es la puerta de las ovejas. Para que las ovejas entren y salgan. 

Ahora bien, ¿Y “ladrones”, por qué? Se comprende lo de los adversarios, ¿pero, por qué ladrones? Y si tenemos en cuenta que, en el contexto del evangelio, el acento está puesto en que las ovejas son de Dios, y si Jesús puede decir "mías", es porque el Padre se las ha dado (recordar la teología tan importante en Juan de Jesús como “enviado”, por tanto “delegado” del Padre), tenemos que decir que son ladrones de Dios, porque le quieren robar las ovejas a Dios. Por eso, no pueden hacer más que hacer perder las ovejas. No vienen más que a robar, "matar" y destruir. No pueden hacer otra cosa, porque son adversarios de Dios. No pueden más que hacer perecer, que es el apóllymi, que es la muerte eterna, porque es en contraposición a la vida eterna. En Juan, esa palabra, que es perecer, es muerte eterna (ver 3,16; 6,27.39; 10,28; 12,25; 17,12; 18,9). No es la muerte "física", por llamarla de alguna manera. 

Demos un paso más hacia el pastor. La palabra que aparece habitualmente en las Biblias, traducida como "matar" – "viene a robar, matar y destruir –, en realidad habría que traducirla por sacrificar (thyô; ver p.e. Hch 10,13; 11,7; 14,13.18; 1 Cor 10,20). Es otro el término que se utiliza para matar; aquí es sacrificar, es el sacrificio religioso, lo cual es coherente en los que quieren robar a Dios. Lo cual es una burla muy fuerte a los pastores de Israel, que le roban las ovejas a Dios y las sacrifican.

El término pastor, aplicado a Cristo, por otro lado, es un término que es bastante importante en los evangelios, incluso en los sinópticos. Es más, en algunos textos tiene una marca bastante anti-farisea. Acá es importante recordar el contexto en el que los fariseos le acaban de decir a Jesús: "nosotros no hemos nacido de prostitución" (Jn 8,41). Y Jesús les acaba de decir: "Como dicen, "vemos" su pecado permanece" (9,41). La gravedad está dada por el término "permanecer", porque en Juan es importante para entender nuestra relación con Jesús. El contexto es que los fariseos están ciegos, “no hay peor ciego...”

También es importante notar que cuando se habla del pastor no se usa la palabra "bueno", sino literalmente la palabra "bello" (kalós). Ya Filón de Alejandría, habla del Buen Pastor, e incluso un midrash de los rabinos, cuando habla de David, comentando Éxodo 3,1 habla de David como del hermoso pastor. 

Generalmente en Juan, en los discursos que explican los signos, Jesús utiliza los términos "yo soy" con un predicado: "yo soy el pan de vida"; "yo soy el buen pastor"; "yo soy la resurrección y la vida"; "yo soy la luz", etc. (es muy probable que esa referencia "yo soy" con un predicado, esté tomada del así llamado Segundo Isaías (41,10.13; 43,3.10-13; 44,5.6.28; 45,3.5.7.8…). Hay un nuevo texto del Segundo Isaías 40, del contexto del desierto, que como se dijo tiene que ver con el contexto de la metáfora del pastor. Dice que: "Yahveh viene... como pastor apacienta su rebaño, recibe en sus brazos los corderos"... (Is 40,11). Entonces, el Dios que es pastor de su pueblo, les confía a algunos dirigentes para que conduzcan al pueblo según la voluntad de Dios. Es interesante que, aunque Juan no use el término Reino de Dios, la imagen de pastor es bastante semejante a la imagen del Reino. Por eso los profetas van a cuestionar muy fuertemente a los pastores infieles, que son los pastores que no conducen al pueblo según la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es el derecho y la justicia. De ahí que la esperanza futura va a desembocar en un pastor mesiánico, un nuevo David y acá es donde empieza a surgir muy claramente como contexto del texto del Buen Pastor, el texto de Ezequiel 34, que tanto influye en el relato de Juan.

Ahora en el texto litúrgico de la fecha se destaca un aspecto muy importante que se repite: "El buen pastor da la vida por las ovejas". Sin embargo, Juan no usa el verbo dar – este es dídômi – que es muy usado en Juan mismo también, pero no aquí. De ahí que, el acento hay que ponerlo en el arriesgar la vida. El buen pastor arriesga la vida por sus ovejas. Ese arriesgar la vida es la novedad máxima de todo esto. Porque todo lo anterior ya se había dicho de otros pastores. El término de la puerta, el término del rebaño son todas imágenes que ya habían aparecido en otros pastores, pero la idea de arriesgar la vida es propia de Juan. Solamente en un texto, se había dicho marginalmente que David arriesga frente al oso y el león por las ovejas de su padre (1 Sam 17,34). Pero no se dice que la característica del pastor sea arriesgar la vida en favor de las ovejas. Lo que nos interesa es que Jesús, arriesga su vida humana (psyjê; 10,11.15.17.18); pero no habla de que esto ocurra en un momento puntual, como podría ser la pasión. No dice “en este – o tal – momento arriesgo la vida por mis ovejas”; habla en un marco intemporal, de ahí que entonces es bueno afirmar que el evangelio va a decir que la vida de Jesús es un continuo arriesgar la vida por las ovejas. Y lo interesante – además – es que se la juega "por", – y "por" es un término clave, interesantísimo para analizar–, las ovejas. Esto no quiere decir en sustitución de las ovejas, y mucho menos como nos hacían creer los antiguos "dolorismos", que al decir que da la vida por las ovejas, quiere decir que estas son responsables de su muerte, sino en favor de las ovejas. Lo cual vuelve al tema del amor del pastor: es por eso que es buen pastor, hermoso pastor o pastor bello. Juan intercambia libremente dos términos para hablar de amor. Hay varios términos en griego que se usan para expresar la palabra amor, pero Juan utiliza fundamentalmente agapán y filein, dos términos que en Juan son intercambiables para referir al amor.

Otro detalle a tener en cuenta lo tenemos en la referencia al mercenario, es decir el que no es pastor y abandona a las ovejas (vv.12-13). Hay un escrito apócrifo, el cuarto libro de Esdras, que dice esto en una oración: 

"Levántate entonces, come un poco de pan para que no nos abandones como el pastor que deja a su rebaño en manos de los crueles lobos” (4Es 5,18)

Es interesante la voluntariedad de ese “arriesgar” la vida e inclusive "darla" (ahora sí utiliza dar, no “arriesgar”): "Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente" (v.18), y la da para recobrarla. La cristología de Juan es tan evolucionada, que expresamente va a decir que Él muere, y Él resucita. Se debe recordar que tanto en Pablo como en Hechos de los Apóstoles (en los textos de la liturgia de estas semanas) la imagen es que el Padre resucita a Jesús: "Dios lo resucitó". En Juan, directamente, Jesús mismo (se) resucita. Él se resucita a sí mismo, como Él mismo, también, se muere: "dijo... ‘Todo está cumplido’ y entregó su espíritu” (19,30). Él decide cuando morir, en Juan (entregar la vida) y resucita.

También es importante aclarar el tema de "otras ovejas que no son de este rebaño" (v.16), donde quizás – y visto el avanzado sectarismo de muchos miembros de la comunidad joánica – que refiera a que hay otras comunidades eclesiales que también son “de Cristo” y no solamente la comunidad del Discípulo amado (es bueno recordar el rol que juega Pedro junto al Discípulo Amado en esta etapa del Evangelio). 

Por último y, para terminar, y nuevamente en relación al tema del siervo sufriente del Segundo Isaías, es útil decir que conviene notar que Jesús plantea el tema de la vida como el término clave de la unidad del rebaño (o de los rebaños, ya que tiene “otras ovejas que no son de este rebaño”); el pastor es el que busca la unidad; más aún, la muerte de Jesús provoca la unidad del rebaño, y sin embargo a Jesús le dan muerte. Jesús da vida, y le dan muerte. Mientras Jesús predica en este contexto la unidad del rebaño, su predicación provoca división, provoca una grieta, un cisma, sjisma dice el texto (10,19; cf. 7,43; 9,16; 11,46). Se produjo una disensión entre los judíos por estas palabras. Suele pasar que mientras los pastores buscan la vida de las ovejas, están también los que roban las ovejas al Único Pastor que es Dios, y no a otro. Y suele pasar que la predicación del pastor suele provocar división o cisma entre los que no buscan la vida de las ovejas.

El video con comentario al Evangelio en

https://youtu.be/uxeyZrPEQT8

también en

https://blogeduopp1.blogspot.com/2024/04/video-con-comentario-al-evangelio-del-4.html

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